El elefante en la sala: La disparidad de ingresos entre los compositores y los artistas

El elefante lleva demasiado tiempo en el centro de la sala, y ahora se deja ver en el Reino Unido. El DCMS (Digital, Culture, Media and Sport Committee) pone de manifiesto lo que todo el mundo sabía (pero a nadie le importaba): el reparto entre los derechos editoriales y los derechos de grabación/máster de los porcentajes de los ingresos de los servicios de música digital está desequilibrado. Fuerte e injustamente desequilibrado.

No se trata de una lucha imaginaria entre los derechos de autor y los derechos conexos, de quién fue primero o de que sin uno no podría existir el otro (lo cual es cierto, ya que la composición de canciones es sin duda el primer paso obligatorio en el camino creativo que construye y genera todas esas cadenas de derechos). Se trata de la triste realidad del mercado, en el que se puede encontrar una media aproximada de 20/80 de reparto (a veces más alto, a veces más bajo) entre lo que se canaliza a los compositores y sus editores y a los derechos conexos propiedad de los sellos discográficos. Lo que significa, en una visión muy simple y básica, que por cada 100 euros de derechos generados en una DSP, 20 euros irían a parar a la parte editora y 80 euros a la parte del máster. Como dice el resumen del informe, «esto procede de un modelo que se aplicaba a las ventas físicas, en el que los sellos tenían gastos generales como la fabricación, el almacenamiento y el transporte de los CD».

Esto crea un mercado injusto y desequilibrado para los creadores que podría haber sido abordado varias veces en el pasado a través de la legislación horizontal (Directivas) o vertical (Reglamentos). No se hizo, y probablemente se preguntarán por qué. No tengo las respuestas, pero supongo que la respuesta podría ser sencilla: durante el largo y duro debate que condujo a la Directiva de Derechos de Autor y al tan debatido (incluso fue presentado por algunos como el asesino de Internet tal y como lo conocemos…) Artículo 13 (ahora 17), los titulares de derechos concentraron sus esfuerzos en el desequilibrio existente entre los elevados ingresos generados por algunas Plataformas Digitales de Música y lo poco que se destina a la edición y los derechos conexos. Así que, básicamente, se trataba de una guerra a campo abierto entre quien crea/ejecuta/es dueño de los derechos y quien usa/da acceso a los contenidos musicales. Naturalmente, tener un conflicto interno entre titulares de derechos podría haber puesto en peligro el otro objetivo principal. Sólo es mi opinión, y creo que era el enfoque correcto.

Como ahora es el enfoque correcto (¡y tan inmensamente importante!) tener esta enorme aportación e impacto proveniente del Reino Unido, que fluye de las discusiones del Comité Digital, Cultura, Medios de Comunicación y Deporte (DCMS) y que culminó en la publicación del informe sobre la «Economía del streaming de música» que también abarca o tiene en cuenta las contribuciones de varias partes interesadas. El informe abarca varios temas (los bajos ingresos, incluso para los artistas de éxito, el control del mercado por parte de las tres grandes discográficas, y el «puerto seguro» y la infracción de los derechos de autor) y nos lleva a consideraciones jurídicas de gran calado (como si el streaming de música debe destinarse principalmente al «derecho de puesta a disposición» o podría y debería abarcar otros derechos, como el «derecho de alquiler», que permitiría a los artistas tener una remuneración equitativa) que no tenemos tiempo, ni este es el foro adecuado para tratar. El diamante y aspecto clave es que señala, públicamente: véase el punto 2 del resumen del informe que existe «disparidad salarial entre los titulares de los derechos de las canciones y de los discos». Y se concluye de la siguiente manera: «el actual reparto de los ingresos del streaming otorga a la discográfica la mayor parte de los ingresos de una canción. Esto proviene de un modelo que se aplicaba a las ventas físicas, donde las discográficas tenían gastos generales como la fabricación, el almacenamiento y el transporte de los CD.»

Esto deja a los compositores y editores con la menor parte de los ingresos, a pesar de ser parte integral del proceso creativo. Los creadores y editores de música sostienen que este modelo es obsoleto e injusto, ya que estos gastos generales no se aplican a la producción musical digital».

Que esta declaración se haga pública constituye un primer gran paso que desde UNISON debemos aplaudir y apoyar, ya que sabemos y entendemos lo que supondría para nuestros clientes un cambio, aunque sea mínimo, de tal desequilibrio, y seguiremos estando junto a los primeros en abogar por ellos y sus derechos.

Esperemos que estos sean sólo los cimientos para construir los pisos superiores de un complejo (pero que debe ser resistente y duradero) edificio de Ingresos de la Música Digital que pueda beneficiar, de manera justa, a todos los que contribuyen diariamente a enriquecer nuestras vidas con la buena música. Al fin y al cabo, lo importante es la música, ¡lo importante es amar lo que hacemos!

David Serras,

Licensing and International Manager at Unison.

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